Mucho se habla de la situación actual de la educación, de si estamos en un nivel más o menos bajo, de si la culpa es de unos o de otros. En fin, buscamos culpables más que nada, decimos que nos importa la educación y sin embargo solo hablamos de ella cuando aparecen polémicas, desde las cifras de los informes PISA hasta la lucha ideológica que la clase política incorpora en el sistema educativa.
Sin embargo, hoy queremos hablar de soluciones, de creación de nuevas (o ya existentes pero olvidadas) visiones, que ayuden a nuestra sociedad a ser una sociedad más educada y más formada. Hoy queremos y necesitamos destacar el papel de las familias. Un papel que debe quedar muy claro, una responsabilidad que debe ser asumida desde el primer día de la vida de una niña o un niño, un estamento al que se le debe exigir pero al que la escuela también debe abrirle las puertas mucho más de lo que se ha hecho hasta el momento. No tiene sentido seguir generando barreras entre la escuela y las familias, no podemos mantener un velo en los ojos por más tiempo.
Las familias deben recuperar la responsabilidad que siempre han tenido, su papel en la educación de sus hijas e hijos es fundamental, y para ello debemos hacérselo notar más, y la escuela debe ser más cercana a las mismas.
En nuestro caso, y en el del alumnado con el trabajamos, sería impensable pensar en evolución sin el papel de las madres y los padres con quienes colaboramos. Nuestra asociación mantiene una línea directa y estrecha con las familias, y su responsabilidad y sus ganas de colaborar en el desarrollo humano y cognitivo de sus hijas e hijos está siendo clave para avanzar con éxito.
Así pues, repensemos el papel de las familias entre todos, escuela, madres, padres, sociedad. Generemos lazos donde no existan, incrementemos la coordinación donde ya está presente, y sobretodo, nunca olvidemos que, como tantas veces nos recuerda el profesor José Antonio Marina, para educar a un niño, hace falta la tribu entera.